sábado, 12 de marzo de 2011

Mensaje cuaresmal del arzobispo de Granada, Monseñor Martinez

El Arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez, presidió en la Santa Iglesia Catedral la Eucaristía del Miércoles de Ceniza con la que ha dado comienzo la Cuaresma, que nos prepara para la Semana Santa.En su homilía, Mons. Javier Martínez explicó que el tiempo de Cuaresma “es un tiempo bendito, precioso, para prepararnos para esa vida nueva que Cristo nos obtiene con su preciosa Sangre y de la que nos hace partícipes por el don el espíritu en esa comunicación por la que el Señor nos da su vida y consuma su participación en nuestra humanidad y la introduce en la vida divina”.“Entendida así, la Cuaresma es una especie de entrenamiento para el partido de la vida, de la vida nueva, cristiana, determinada y regida por el amor de Dios, por la gracia de Cristo, por la comunión del Espíritu Santo”, señaló. En este sentido, D. Javier Martínez explicó que “entrenarse a vivir la novedad de Cristo significa ejercitarse en esa novedad”.Tras bendecirla, el Arzobispo impuso la ceniza a los sacerdotes y fieles “como una llamada a la conversión del corazón y una llamada para acoger el Evangelio, la Buena Nueva de Cristo en nuestras vidas”. Entre los asistentes, se encontraban religiosas y miembros de la Real Federación de Hermandades y Cofradías de Granada.
El pecado
Asimismo, el Arzobispo habló del pecado, que se convierte en dificultad para el ejercicio cuaresmal. Sin embargo, “la cuaresma más que un tiempo de mirar a nosotros mismos y a nuestros pecados, es un tiempo de mirar a Cristo con esperanza y de entrenarnos en aquellas cosas que facilitan esa vida nueva, que disponen nuestro corazón a esa novedad de Cristo”.
En su interveMircoles_de_Cenizanción en la S.I Catedral, Mons. Martínez aludió al escritor inglés G.K Chesterton y su “ejercicio pedagógico”, según el cual “la mejor manera de no tener pensamientos malos es tener pensamientos buenos”. “Es decir, la mejor manera de luchar contra el mal es hacer lo posible por enamorarse de la belleza del bien”, explicó D. Javier Martínez.Respecto al pecado, el Arzobispo indicó que “la mejor manera de evitar el pecado no es estar mirando el pecado, sino descubrir la belleza de horizonte, la belleza de vida a la que el Señor nos ha llamado: mirar a Cristo, que es quien nos da la posibilidad de vivir como hijos de Dios y en la libertad gloriosa de los hijos de Dios”, subrayó.“Cuando uno se da cuenta que ha caído en un pecado lo que hay que hacer es pedir perdón y volver a mirar al Señor, que es el que nos rescata del poder del pecado, y la vida que el Señor nos ofrece, y la gracia y la misericordia están siempre con nosotros”.
Prácticas cuaresmales
D. Javier Martínez habló sobre la oración, el ayuno y la caridad como “la mejor manera de luchar contra el pecado en el tiempo de Cuaresma”, e insistió en que dirijamos nuestra mirada a Cristo. Estas prácticas cuaresmales –señaló- son las que “el Señor nos propone” como “una forma de ejercitarse en la vida nueva de Cristo”.Respecto a la oración, Mons. Martínez habló de “vivir más atentos al Señor, ser más conscientes de que el Señor nos acompaña, separar menos las cosas profanas de la relación con las cosas de Cristo, porque la relación con Cristo afecta a todo”.“La finalidad es que crezca mi amor y mi relación con Jesucristo, que crezca la conciencia de que Jesucristo me acompaña en todos los momentos de la vida, también cuando meto la pata, cuando no tengo fuerzas para hacer el bien que deseo, también cuando me siento pobre y carezco de las virtudes que desearía”, explicó. “Orar es cultivar la relación con el Señor”, indicó.Por otra parte, el Arzobispo reconoció que el ayuno “en nuestro tiempo, es una práctica particularmente difícil”. En el ayuno se trata de “aprender que los bienes de este mundo son para nosotros, y no nosotros para los bienes de este mundo”. Es decir, “nosotros somos, de alguna manera, dueños de los bienes y que los bienes tienen  una finalidad: estar al servicio del bien común de todos y no vivir para ellos, es decir, no cultivar la avaricia”, señaló en su homilía.En este sentido, D. Javier habló de la esclavitud que padecemos por tener cosas y disponer de todo, y aún así no estamos a gusto con todas esas cosas. “Eso es empequeñecernos, es hacernos esclavos de las realidades del mundo”. “Somos siervos sólo de Dios, porque sólo siendo siervos de Dios, somos libres”. 
Mircoles_de_Ceniza_2“Ejercitarse en ese ayuno es ejercitarse en esa libertad con respecto a las cosas, a la avaricia y al deseo de poseer”, señaló.Por último, de la caridad Mons. Martínez dijo que es la meta de todo: “La relación con Cristo nos hace posible amar como somos amados. La libertad de los hijos de Dios, esa libertad con respecto a las cosas para que no nos posean, es para poder poseernos a nosotros mismos y poder darnos a los demás: dar nuestro tiempo, nuestra comprensión, nuestra paciencia”.“La única tarea importante en la vida –continuó- es aprender a dejar querernos por el Señor, a querer al Señor y a querernos unos a otros, porque el amor a Dios y a los demás están relacionados; como dice San Juan, ‘Nadie quiere a Dios a quien no ve si no quiere a su hermano a quien ve’”.El Arzobispo de Granada concluyó la homilía en este Miércoles de Ceniza rezando para que podamos “vivir más y más esa vida nueva que es para lo que el Señor nos ha entregado la vida temporal que tenemos, para que sepamos aprender a ser hijos de Dios y a vivir como hijos de Dios”.

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