La salida de este año se ha producido exactamente a la misma hora de 2009, después de algunos intentos protagonizados por los almonteños agolpados junto a la reja de acceso a la imagen de la Blanca Paloma, aplacados por directivos de la Hermandad Matriz.
La aparición del Simpecado de la Hermandad Matriz por la puerta de la ermita desató el fervor y el entusiasmo de las miles de personas congregadas en el interior del Santuario, precipitando el momento del salto que, según marca la tradición, debe de producirse cuando el Simpecado llega al altar.
Sin embargo, el Simpecado ni siquiera había entrado en la ermita cuando se produjo el salto.
La calma reinó en el templo hasta las 02:00, momento en que comenzaron a registrarse los primeros intentos por parte de los almonteños más jóvenes, aunque los más veteranos se encargaron de disuadir sus intenciones. Sin embargo, el ambiente se fue caldeando conforme pasaron los minutos y las ansias por iniciar la procesión fueron creciendo, mientras se sucedían los vivas y los aplausos. Para entonces ya era casi imposible retener a los más impacientes.
Fue en ese momento cuando se procedió a la apertura de la puerta de la reja y decenas de almonteños accedieron al paso, donde se encontraba desde que hace algo más de una semana bajaron a la Virgen del lugar que ocupa en el altar de la ermita.
Una vez en la nave central del santuario, la Virgen se fue abriendo paso entre el tumulto de fieles que no querían perderse ningún detalle y vivir los más cerca posible la salida de la Patrona de Almonte a la calle. Entre el gentío, el paso apenas si podía avanzar y poco a poco se fue inclinando hacia la derecha por lo que los almonteños decidieron depositarlo en el suelo. Apenas si estuvo unos segundos así: justo el tiempo que repusieron fuerzas y se organizaron. Después volvieron a colocarlo sobre sus hombros y llevarlo hasta la puerta.
La primera hermandad que visitó la Reina de la Marismas fue la de Huévar, que tiene su sede muy cerca de la iglesia, y la última hermandad la de Almonte. La duración de la procesión suele ser de entre diez y doce horas, tras las cuales, y una vez que la visita a la Hermandad Matriz, regresa al santuario y a su altar y se reza una salve de despedida
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